Octubre, 2014; San José, Costa Rica
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Si existen problemas emocionales, de autoestima, familiares, abusos, agresiones, etc., obviamente afectarán su desempeño y comportamiento. Y ni qué decir de problemas orgánicos, físicos, de lenguaje o de visión que pueden interferir claramente en el proceso educativo.
Por otro lado, la calidad del docente, su metodología pedagógica, el contenido del programa, puden igualmente influir en la conducta del educando. Estas variables son muy importantes para tomar en cuenta a la hora de intervenir con una disciplina.

Es más útil este tipo de intervención porque motiva el cambio, la da una razón para continuar y cambiar su conducta. Hay que diseñar esta motivación de tal manera que proponga un cambio real y no una conducta interesada sólo en la recompensa. La forma de lograr esto es unir la recompensa con la enseñanza de los valores que la sustenten.
Los niños y adolescentes están en formación y sus habilidades y capacidades naturales están dirigidas en aprender y conocer, sólo se interrumpen cuando el sistema educativo obsoletose pone en marcha. Hay que rescatar sin embargo, el gran trabajo que hacen muchos docentes por ver más allá de los contenidos programáticos, que se interesan por sus alumnos y que su labor está dirigida a conseguir una educación humanista llena de valores. A ellos hay que reconocerles su valor.
En el otro artículo veremos como propone lograr esto la Educación Neurocognitiva.
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Lic. Eduardo Álvarez
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