Ocutbre, 2014; San José, Costa Rica
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El enfoque sistémico nos ayuda a comprender algo que se está escapando en las teorías acerca de este fenómeno que es muy importante. Que el agresor necesita ayuda psicológica, necesita ser detenido y sancionado según su falta y demás, es un hecho. Pero lo que se está manejando de forma incompleta es el trato a la otra persona, la que se denomina víctima.
Cuando una persona recibe el status de víctima, lo hace desde una perspectiva de no tener poder, de estar vulnerable, de carecer de algo que la coloca precisamente como víctima. Y es tratada como tal, como la que ha recibido X abuso y de alguna manera está herida por partida doble, por no tener eso que el agresor le señala y ahora por ser víctima.
No se me malinterprete. Estas personas sí que reciben una falta y sí son víctimas. Lo que señalo es lo que significa ser víctima, que en la jerga tradicional es sinónimo de indefenso y de desvalido, lo cual no es necesariamente cierto.
Cualquier persona que reciba un ataque es víctima, sea un ataque físico, psicológico, verbal o patrimonial, pero no es una persona desvalida o indefensa. Su integridad es perfectamente sana y ahí es donde las terapias se equivocan, en tratarla como sólo una víctima. Se olvidan de rescatar y fortalecer a la presunta víctima. No es empoderarla, porque el poder siempre sugiere control y batalla, es fortalecer sus valores, su valía y su integridad.
Acerca de esta concepción nos seguiremos refiriéndo en los próximos artículos.
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Lic. Eduardo Álvarez
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