Cuando los problemas quien los sufre es el hombre, tales como eyaculación precoz o retardada, disfunción eréctil, desgano u otros, tiende a no asumir el problema sino a delegarlo: la culpa es de algo o alguien más. La presión, el cansancio, el estrés, el trabajo, incluso a veces culpan a la pareja.
La frustración, la vergüenza, o las presiones sociales pueden hacer que el varón se sienta peor; estos factores aunados al desconocimiento de su sexualidad y mitos sociales, empeoran el problema haciéndolo a veces más grave de lo que es.

Cuando las razones son psicológicas, el pronóstico es aún mejor. Lo más importante es la aceptación y la comunicación de los sentimientos y pensamientos relacionados al problema y a él mismo. Esto libera mucha tensión y permite un clima de aceptación y una atmósfera idónea para trabajar.
Continuaremos esta semana hablando del tema.
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