
La mayoría de nuestras creencias y valores son inconscientes, es decir, las tenemos tan arraigadas en nuestro ser que difícilmente podemos verbalizarlas conscientemente.
Una creencia tiene una equivalencia físicoquímica en el cerebro; son hechos fisiológicos y no construcciones racionales y verbales. Durante la hipnosis se pueden acceder a ellas aunque esto por sí solo rara vez es prioridad.
Cada persona tiene en su mente inconsciente procesos propios de su sabiduría organísmica, sabe lo que tiene y cómo solucionarlo para cambiar efectivamente. Muchas veces es mejor apelar a ellos, sin saber qué son o cómo funcionan y aún así se logran cambios duraderos.
La hipnosis es una opción más con la se cuenta en el negocio del cambio. No se trata de una panacea o de montar un show propagandístico. A lo largo de la historia se ha estigmatizado mucho y Hollywood se ha encargado de trasvestirla.
Hoy día se usa regularmente en sus diferentes estilos y escuelas, la que se usa en PNL es la ericksoniana, con fines terapéuticos, profesionales y serios. Hay muchos quienes les encanta montar charlatanerías con el único fin de ganar dinero y fama de dudosa calidad.
El cuidado que hay que tener con ella y con el profesional que la aplica, es el mismo que se tiene al escoger un médico, dentista, abogado o mecánico; su honestidad, ética y profesionalismo son los que determinan la eficacia y no en sí la hipnosis.
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